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Termorregulación y manejo perioperatorio
M. Sanjuán Álvarez, E. M. Abad Fau de Casa Juana, M. de la Flor Robledo
El desarrollo de una hipotemia perioperatoria, generalmente moderada (34-35 ºC), es frecuente si no se toman las medidas adecuadas para su prevención y tratamiento. La temperatura corporal de los pacientes puede descender de 1 a 1,5 ºC durante la primera hora de anestesia general por efecto de la redistribución interna del calor. La aparición, en torno a los 34,5 ºC, de la vasoconstricción termorreguladora, explica la estabilización posterior de la temperatura central. Los mismos mecanismos explican la hipotermia bajo anestesia raquídea. Las consecuencias de la hipotermia son bien conocidas: vasoconstricción periférica, incremento de los requerimientos de oxígeno, descenso del metabolismo de fármacos, alteraciones de la coagulación, deterioro de la respuesta inmunológica e iesquemia miocárdica. Todo ello se traduce en un aumento de los eventos cardiológicos, infecciones de la herida quirúrgica, incremento de la pérdida de sangre y, por tanto, mayor riesgo trasfusional y retraso en el alta de los pacienes de la unidad de recuperación postanestésica. La monitorización de la temperatura durante la intervención quirúrgica es imporante para detectar u limitar las complicaciones derivadas de la hipotermia y comprobar la eficacia de los sistemas de calentamiento. El precalentamiento de los pacientes con sistemas de aire forzado en la sala de espera prequirúrgica ha demostrado reducir la redistribución del calor tras la inducción anestésica. El aislamiento pasivo reduce las pérdidas de calor, pero la mayoría de pacientes precisan un calentamiento activo con aire forzado o mantas eléctricas para mantener la normotermia. Se recomienda calentar los fluidos cuando se van a administrar en grandes cantidades y como complemento al calentamiento corporal activo.
CIR MAY AMB 2011; 16 (4): 173-190
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